El aluminio es uno de los elementos más abundantes en la corteza terrestre, no se descubrió en su forma metálica hasta el siglo XIX.
En 1825, el químico danés Hans Christian Ørsted produjo pequeñas cantidades de aluminio mediante la reducción de cloruro de aluminio con potasio. Sin embargo, este proceso era costoso y difícil de llevar a cabo a escala industrial.
Fue solo en 1886 cuando dos científicos, Charles Martin Hall en Estados Unidos y Paul Héroult en Francia, de manera independiente pero simultánea, desarrollaron un método de producción de aluminio a gran escala utilizando la electrólisis del óxido de aluminio (alúmina) disuelto en criolita fundida. Este proceso, conocido como el proceso Hall-Héroult, revolucionó la producción de aluminio, haciéndola más eficiente y económica.
Desde entonces, el aluminio ha tenido una amplia gama de aplicaciones en la industria, la construcción, el transporte, la electrónica y muchos otros campos. Su ligereza, resistencia a la corrosión y maleabilidad lo hacen un material muy versátil y ampliamente utilizado en la sociedad moderna.